Por iniciativa del Papa Francisco, ha entrado la Iglesia Católica, en la etapa pre-sinodal donde el pueblo de Dios afianza el proceso, iniciado por el Concilio Vaticano II, de caminar juntos, escucharnos mutuamente, construir Reino de Dios corresponsablemente, de sentirnos una familia que en la pluralidad de culturas, de formación, de enfoques estamos llamados a construir de manera responsable el Reino de Dios.
Tres son los pilares que se establecen en el fondo como criterios para asumir esta interesante realidad en nuestra Iglesia: comunión, participación y misión. Ya el Papa Francisco en el discurso de apertura tocó con claridad cada uno de estos pilares:
Comunión: el Papa cita a san Juan Pablo II al tratar la importancia de la comunión necesaria en el pueblo de Dios: “reafirma que la naturaleza de la Iglesia es koinonia, (comunión), de ella surge la misión de ser signo de íntima unión de la familia humana con Dios”. (Discurso de apertura del Sínodo, 9 de octubre de 2021).
Participación: nos dice el Papa Francisco que en el camino sinodal, es necesario implicarlos a todos en una participación auténtica. Dándole el Papa mucha importancia al hecho bautismal como punto de partida innegable: “en el cuerpo eclesial, el único punto de partida, y no puede ser otro, es el Bautismo” (ibid). No podemos seguir caminando como pueblo de Dios si no lo hacemos procurando la participación de todos.
Misión: ya el Papa Pablo VI en la E. N. 14 había hecho una apasionante afirmación: “la Iglesia existe para evangelizar, es su dicha, su vocación e identidad”. Aquí nos encontramos con la naturaleza o la razón de ser de la Iglesia, ella está para “anunciar lo que Jesús hizo y enseñó” (Hech. 1, 1). Esta noble tarea encomendada por Jesús a sus discípulos, es nuestra tarea, es tarea de todos los bautizados que caminando juntos estamos llamados a asumirla corresponsablemente.
¿Cuál es la tarea a emprender con pie firme en nuestra Iglesia Particular? La tarea no es otra que vivir conscientemente el Bautismo, este admirable sacramento nos pone en la dinámica progresiva de la comunión, de la participación y de la misión hasta que Cristo se forme en nosotros.
Que la Divina Pastora camine con nosotros, propiciándonos generosamente la alegría de vivir a Jesús, de darlo a conocer y de celebrarlo como pueblo creyente que peregrina en esta querida Diócesis.